miércoles, 17 de junio de 2015

El problema de dar alas a quien no sabe volar

En muchas organizaciones, ya sean grupos políticos, empresas o incluso hasta el propio Ejército, encontramos líderes negativos que han sido los “elegidos” por herencia cultural, por veteranía en la organización o por una mala selección de quien en su día le otorgó un nombramiento.


A diferencia de los líderes positivos, que buscan el bien común del equipo por encima de sus intereses particulares, los líderes negativos anteponen sus intereses personales a los de la comunidad que lideran.

Como bien es sabido, el líder no actúa nunca solo, sino que se rodea de un grupo de "expertos" que le asesoran, le apoyan en las decisiones y le ayudan a gestionar la forma y los contenidos de su liderazgo. Siendo así, podemos decir que conociendo cuál es el perfil de ese grupo cercano al líder podríamos saber cómo será el tipo de mandato que vaya a liderar.

El líder positivo se rodea de un equipo de expertos con el que la comunicación fluye y la cooperación es uno de los valores y fundamentos del grupo. Asume que las personas que le rodean saben más que él en sus propias especialidades y, como líder, sabe limitarse a coordinar a este equipo sin cuestionar en ningún momento lo que como profesionales aportan. 

El líder negativo, sin embargo, pretende saber más que ese grupo de expertos del que se rodea, cuestionándoles cualquier aportación que realizan. En muchas ocasiones, este líder ni siquiera es aceptado por estos expertos que, quizás bajo coacción o amenaza, le pueden estar rindiendo pleitesía aceptando que trabajan bajo lo que consideraríamos un régimen dictatorial. La cuartilla que rodea al líder negativo está formada por unos miembros totalmente sumisos que si acaban cogiendo fuerza pueden llegar a convertirse en futuros líderes negativos, muy probablemente más virulentos que su propio antecesor por la represión psicológica sufrida.

Psicológicamente hablando, los líderes negativos tienen un perfil muy peculiar y que siempre se repite: son personas con baja autoestima, con muchos complejos y que fueron humilladas en su infancia. Antes de recibir poder han sido muy serviciales hacia sus superiores, quienes le acaban dando alas convirtiendo toda su baja autoestima en soberbia y egocentrismo, siendo capaces de destruir y oponerse a todo y a todos con el fin de seguir absorbiendo cada vez más poder. 

Muy probablemente habrás coincidido a lo largo de estos años con líderes positivos y también con negativos a quienes ahora mismo sabrías poner nombre y apellidos. Convendrás conmigo que en un contexto en el que el líder ha recibido ese rol de manera natural, impulsado por el propio grupo, tú y tus compañeros os habréis sentido cómodos, motivados y, en definitiva, habréis sido mucho más productivos y eficaces. En contraposición te habrás encontrado con entornos en los que alguien no aceptado por la amplia mayoría ha ocupado un rango jerárquicamente superior, ejerciendo un control desmesurado, siendo nada cooperativo con el resto del equipo y dictando órdenes que en ocasiones han confrontado directamente con tus principios y valores. En esta ocasión, y siendo muy difícil de cambiar esa situación, es muy probable que hayas tenido que tomar la decisión de salir del grupo, porque de lo contrario veías un claro abocamiento hacia una situación susceptible de convertirse en enfermiza tanto para las relaciones con los demás como para ti mismo.

Hasta aquí una vez más dejo abierta una reflexión sobre cosas que parecen que no son comunes y, sin embargo, ocurren más de lo que podemos llegar a imaginar. Sólo nos queda el alivio de pensar que siempre hay salida y también de recordar cómo terminan estos líderes: sin excepción, acaban sumidos en una paranoia y delirio persecutorio que les devuelven todo el mal que proyectaron en los otros, haciendo que se estrellen, porque en definitiva no obviemos que lo que ocurrió es que se les dieron alas sin merecerlas y nunca se dejaron enseñar a volar.


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